domingo, 19 de octubre de 2014

Envejecimiento de la memoria


Tiberghien (1991) indica que la memoria humana se puede definir como un sistema de tratamiento de la información compuesto por bloqueos primarios organizados de forma secuencial.  Desde dicho punto de vista, los cambios que se producen en la memoria se explican con el análisis de su estructura, los procesos que operan con ella y/o los conocimientos que han sido almacenados. 

Las personas adultas mayores se quejan frecuentemente de sufrir trastornos de memoria. Asocian las ausencias con el padecimiento de alguna enfermedad degenerativa y esta perspectiva deja confundidos y desorientados a las personas pertenecientes a dicho grupo etario, los cuales, suelen interpretar los olvidos ocasionales como síntomas de un trastorno mnésico irreversible.  Sin embargo, la mayoría de los lapsus mnésicos que aparecen durante la senectud no están ocasionados por patologías orgánicas degenerativas; tienen su origen en los estados depresivos o en la influencia que ejercen algunos rasgos de la personalidad del individuo, pues, ella determina en la manera de aceptar los cambios que experimenta producto del envejecimiento normal.

La memoria es la función cognitiva que con más frecuencia han estudiado los psicólogos (Montorio, 1994). Sin embargo, no existen investigaciones que hayan observado su evolución a lo largo de todo del ciclo vital, y tampoco se ha dado una explicación sobre las razones verídicas que producen dicho acontecimiento. Lo que se puede apreciar, es que las disfunciones mnésicas sobreviven por causas biológicas, es decir, cambios o pérdida de células cerebrales,  bajo nivel intelectivo y/o factores psicosociales, como la falta de hábito de recordar eventos, poca motivación, entre otras.

Algunos autores indican que los déficits observados en el momento de la recepción de la información y fijación de esas impresiones pueden ocasionar los decrementos que sufre la memoria con el transcurso de los años.   Asimismo, la mayor parte de los investigadores coinciden en apuntar que la estructura de la memoria engloba, respectivamente, la memoria sensorial (Sperling, 1960), la memoria primaria o memoria a corto plazo, incluyendo la memoria de trabajo (Baddeley, 1986), la memoria secundaria o memoria a largo plazo, la cual nos ayuda a evocar recuerdos del pasado y poder ayudarnos a resolver problemas, como también, memoria terciaria o memoria de los recuerdos lejanos.


 

Referencia:

Muñoz, J. (2002). Psicología del envejecimiento.  Madrid: Ediciones pirámide.

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