Se
dice que cuando una familia tiene hijos pequeños, la vida de los padres se encuentran moldeadas
por un “imperativo paternal”. A su vez,
los padres pueden apaciguar aspectos del yo que interfieren con el tiempo y los
recursos tanto económicos, como psicológicos
considerables que requieren el cuidado, como también, la socialización
de sus hijos. Sin embargo, se explica que cuando los hijos crecen, y se vuelven
independientes, el papel de la paternidad parece no tener importancia. Se han
sugerido dos perspectivas que difieren entre ellas en cuanto a los efectos de
la reducción de las responsabilidades de la paternidad.
Una
de ellas, caracteriza la “madurez”, sobre todo en el caso de las mujeres, como
personas deprimidas y solitarias, sufriendo así, el síndrome del “nido vacío”,
el cual se basa, en que cuando un padre ha sido muy preocupado con sus hijos,
brindándoles todo su amor y protección, llegado el momento de su madurez y por
ello, su partida hacia una nueva etapa, los padres sufren la ausencia de sus
hijos, producto de su vínculo afectivo con ellos. La otra perspectiva ofrece la visión de que
los padres experimentan un nuevo sentido de la libertad y de sus
responsabilidades de realización, en el momento en que sus hijos parten de su
hogar. Asimismo, ambas perspectivas nos
muestran formas de culminación del papel de padre durante la madurez.
Recientemente,
se ha discutido el tema acerca de que si los adultos alcanzan una vez el estado
de “padre honorifico”, el cual, sugiere la perspectiva del nido vacío. Más bien, para una gran cantidad de adultos,
la etapa de paternidad dura toda la
vida, sin embargo, lo que cambia a menudo durante la madurez, son los
requisitos conductuales de la paternidad y la naturaleza de la relación que mantienen con sus hijos que poco a poco
van creciendo.
Por
consiguiente, el papel de la paternidad quizá difiera según el tipo de padre
que sea en la naturaleza temprana o tardía.
Muchos padres durante la madurez temprana, tienen hijos adolescentes que
se encuentran en el proceso de convertirse físicamente en personas maduras,
socialmente activos y psicológicamente autónomos. Dicho desarrollo en los
adolescentes se ha vinculado con un distanciamiento en la relación padres-
hijos.
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