sábado, 15 de noviembre de 2014

Temor a la dependencia económica


Casi todas las familias mantienen una actitud reciproca al momento de relacionarse con las personas que conviven en ella, por ello, dicha conducta permite que los miembros puedan depender económica, física o emocionalmente de los demás, ya que perciben el apoyo que les manifiestan diariamente.  A su vez, se puede decir que la adultez mayor quiebra el frágil equilibrio entre la dependencia e independencia que existe en la mayoría de los adultos.

Los mayores temores que experimentan las personas de dicho grupo etario, se refieren a sucesos que son poco probables que ocurran. Sin embargo, dichos sucesos no son poco realistas, ya que, aunque es muy extraño que se susciten, sus efectos traerían consigo resultados devastadores.  Por otro lado, los adultos mayores tienen temor a  que un ladrón entre a su casa y se lleven todas sus pertenencias, ya que, ellos se muestran  ante ellos como victimas débiles, las cuales, es más fácil llevarse sus bolsos, debido a que piensan que tienen menos fuerza y agilidad.  Sin embargo, a pesar de lo descrito anteriormente, dichas personas se muestran como la población menos afectada en ese aspecto.

Los adultos mayores también tienen temor a la “senilidad”, aunque la disfunción cerebral no es demasiado común, incluso entre las personas que tienen de 85 años a más. Tienen temor a que ocurra un evento que los deje sin ahorros para poder subsistir el tiempo que les queda por vivir, aunque la mayoría de los adultos mayores viven con una seguridad económica razonable, puesto que, muchos de ellos han ahorrado el sueldo que reciben de su jubilación y también, en muchas oportunidades reciben dinero de fuentes externas como son negocios o  de sus hijos.

La asistencia sanitaria ha mitigado el impacto económico de las enfermedades que presentan las personas de dicho grupo etario. El aumento del costo en la atención sanitaria, ha ido llevando a decisiones políticas que en un futuro quizás se  necesite que los adultos mayores contribuyan en gran medida al precio de los medicamentos y servicios o que renuncien al cuidado de calidad.

Asimismo, durante la época pasada, algunos adultos mayores decían que las dificultades económicas son un problema principal en la etapa del ciclo vital  en la que se encontraban.  Un estudio de Atchley (1993) sugería que sólo el 10% de los varones y el 20% de las mujeres de una muestra de una comunidad pensaban que sus ingresos no eran insuficientes.  Sin embargo, dicha afirmación tan optimista se debe de interpretar con cautela, puesto que, se ha encontrado que la satisfacción de una persona con sus ingresos puede estar sólo indirectamente relacionada con el ingreso real.

 Lo que se muestra como más importante es si el individuo siente que se encuentra económicamente bien o estable al comparar su situación actual con otras personas y consigo mismo en el pasado.

 

Referencia:

Schaie, W y Willis, S. (2003). Psicología de la Edad Adulta y la Vejez. España: PEARSON EDUCACIÓN, S.A.

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